La espera no sirvió de nada en el Cero del Águila. La Virgen de los Dolores debía ponerse en la calle a eso de las 19:30 de la tarde para iniciar una procesión extraordinaria, en todos los sentidos, en el barrio del Cerro. Se celebraban 75 años de la Parroquia que marca una seña de identidad en el barrio. La Virgen celebraría el septuagésimo quinto cumpleaños de la iglesia que la vio coronarse en 2002 poniéndose en las calles como lo hacía hasta 1987, sin palio, como una procesión letífica, tal y como lo hacía cuando eran Hermandad de Gloria. La Virgen de los Dolores portaba para la ocasión el manto de salida de la dolorosa de San Bernardo, la Virgen del Refugio. Un manto confeccionado en 1929 por el taller de Esperanza Elena Caro, diseñado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda que se asemeja mucho al que procesionaba con la Virgen de los Dolores desde 1961 hasta 1979, un manto de terciopelo rojo de Lyon bordado por los talleres de José Caro. la dolorosa iba vestida tal y como lo haría en una de las salidas de aquellos años, con un clásico tocado de tul sin mucha joyería.
El olor a nardos e incienso inundaba la Parroquia de los Dolores momentos antes de la procesión. Un barrio engalanado con guirnaldas, banderolas y farolillos para recibir a la madre de Dios esperaba ansioso poder volver a ver a su Virgen de los Dolores tal y como hace 30 años. Si bien el barrio se inundaba de alegría y la parroquia de aquellos olores tan característicos del mundo cofrade, el cielo comenzó a inundarse de grandes nubarrones negros que traían augurio de tormenta. La inestabilidad marcada en los últimos días en la península y el día anterior en Sevilla, tenían a todos los presentes en vilo. A la vista de que el cielo parecía encapotarse, la corporación del Martes Santo decidía esperar una hora para salir. La gente continuaba esperando a pesar de que ya se comenzaban a escuchar los primeros truenos. Un viento típico de lluvia traía cada vez más nubes negras, que a la vez se llevaban cada vez más la luz del sol.
A las 20:10 se desató la tormenta. La muchedumbre que esperaba ver cruzar el dintel de la puerta a la Virgen de los Dolores salió corriendo a resguardarse bajo los toldos de los bares o algún balcón. Cada vez llovía con más fuerza; para las 20:30 rayos y truenos azotaban la ciudad y la lluvia empapaba a cualquiera que saliera de su improvisado refugio, llevase o no paraguas. La brutal tromba de agua amainaba pero no cesaba, lo que llevó a la hermandad a pedir otra hora más, hasta las 21:30, esperando que brillase de nuevo el sol, aunque esta vez reflejado sobre la superficie lunar.
Agua y rayos siguieron cayendo sobre un barrio en el que quedaba ya la mitad de la gente que había habido al principio de la tarde. Se mascaba la tragedia. La Pastora de Triana y la Virgen de la Luz suspendieron sus salidas dadas la desastrosas condiciones meteorológicas. Llegadas las 21:30 y habiéndose cumplido el plazo de dos horas de espera, fue el momento de suspender una salida extraordinaria única en la historia de la corporación. Alberto Tena, el párroco del Cerro, anunciaba la suspensión definitiva de la salida. Los vivas a la virgen desde la calle y en mitad de la tempestad se escucharon por todos los rincones del arrabal hispalense, incluso Don Alberto también contestó: "¡Viva nuestra Virgen de los Dolores!".
El templo permaneció abierto hasta pasadas las 23:00, cientos de devotos que se quedaron sin ver a su Virgen discurriendo por el barrio se acercaron a verla en el altar mayor de la parroquia. La fe del Cerro y la devoción hacía la Virgen de los Dolores volvió a demostrarse una vez más. Un barrio que vive por y para la Señora de los Dolores, que a pesar de no haber podido vivir junto a sus hijos esta histórica jornada, guarda la esperanza de un nuevo Martes Santo en el que reunirse con su barrio del Cerro del Águila.
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| La Virgen de los Dolores finalmente no pudo realizar su salida extraordinaria debido al mal tiempo | ABC |
El olor a nardos e incienso inundaba la Parroquia de los Dolores momentos antes de la procesión. Un barrio engalanado con guirnaldas, banderolas y farolillos para recibir a la madre de Dios esperaba ansioso poder volver a ver a su Virgen de los Dolores tal y como hace 30 años. Si bien el barrio se inundaba de alegría y la parroquia de aquellos olores tan característicos del mundo cofrade, el cielo comenzó a inundarse de grandes nubarrones negros que traían augurio de tormenta. La inestabilidad marcada en los últimos días en la península y el día anterior en Sevilla, tenían a todos los presentes en vilo. A la vista de que el cielo parecía encapotarse, la corporación del Martes Santo decidía esperar una hora para salir. La gente continuaba esperando a pesar de que ya se comenzaban a escuchar los primeros truenos. Un viento típico de lluvia traía cada vez más nubes negras, que a la vez se llevaban cada vez más la luz del sol.
A las 20:10 se desató la tormenta. La muchedumbre que esperaba ver cruzar el dintel de la puerta a la Virgen de los Dolores salió corriendo a resguardarse bajo los toldos de los bares o algún balcón. Cada vez llovía con más fuerza; para las 20:30 rayos y truenos azotaban la ciudad y la lluvia empapaba a cualquiera que saliera de su improvisado refugio, llevase o no paraguas. La brutal tromba de agua amainaba pero no cesaba, lo que llevó a la hermandad a pedir otra hora más, hasta las 21:30, esperando que brillase de nuevo el sol, aunque esta vez reflejado sobre la superficie lunar.
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| El barrio, engalanado, comenzaba a cubrirse de grandes nubes negras | ABC |
Agua y rayos siguieron cayendo sobre un barrio en el que quedaba ya la mitad de la gente que había habido al principio de la tarde. Se mascaba la tragedia. La Pastora de Triana y la Virgen de la Luz suspendieron sus salidas dadas la desastrosas condiciones meteorológicas. Llegadas las 21:30 y habiéndose cumplido el plazo de dos horas de espera, fue el momento de suspender una salida extraordinaria única en la historia de la corporación. Alberto Tena, el párroco del Cerro, anunciaba la suspensión definitiva de la salida. Los vivas a la virgen desde la calle y en mitad de la tempestad se escucharon por todos los rincones del arrabal hispalense, incluso Don Alberto también contestó: "¡Viva nuestra Virgen de los Dolores!".
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| La lluvia incesante obligó a suspender la procesión | ABC |
El templo permaneció abierto hasta pasadas las 23:00, cientos de devotos que se quedaron sin ver a su Virgen discurriendo por el barrio se acercaron a verla en el altar mayor de la parroquia. La fe del Cerro y la devoción hacía la Virgen de los Dolores volvió a demostrarse una vez más. Un barrio que vive por y para la Señora de los Dolores, que a pesar de no haber podido vivir junto a sus hijos esta histórica jornada, guarda la esperanza de un nuevo Martes Santo en el que reunirse con su barrio del Cerro del Águila.
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