Cuaresma

Respirar. Respirar de nuevo el aroma del azahar, que vuelve a abrir sus flores. Flores de pureza, de Triana y de esperanza. Abrir los ojos. Abrir los ojos. Abrir los ojos y ver de nuevo el sol del sábado, la paz y el porvenir de la estrella. Oír. Oír de nuevo la corneta romper el silencio, dejar atrás el calvario y llenar de lágrimas la luz del arenal. Tocar. Tocar con los labios el amor, la devoción y la fe. Volver. Volver al cielo cada Domingo de Ramos y guardar silencio, cuando ante Herodes asoma, la Amargura centenaria. Sentir. Sentir llegar lo que está por venir desde Orfila, Águilas y el Tardón. Cuaresma.



Cuaresma. Cuaresma de nuevo. Cuarenta días de espera. Un camino que parece corto, pero se hace largo. Cuarenta granos de arena en un reloj que cada año da la vuelta, esperando ver asomar la mano, victoriosa, del Señor, bendecir sobre una borrica. Vivir, sentir, respirar, ver, oír, tocar, llorar, amar. ¿Qué es cuaresma, si no es todo esto? ¿Qué es Sevilla sin su incienso, su azahar y su esperanza, sin su estrella, su salud y su encarnación, sin sus ángeles y su victoria, sin su amor y su pasión?

Pensar. Cuaresma también en pensar. También es levantarse y esperar. Cuaresma es renacer. Cuaresma es purificación y razón de ser. Es reforzar nuestra fe, creer y pensar que todo va a ir bien. Penitencia, sacrificio y trabajo. Es madurar, es rezar y es amar. Perdonar. Abrazar a aquel que durante tanto tiempo nos negamos a abrazar. Es saber que el que está, lo estará para siempre, y el que te aleja de ti, no te dejará vivir. Dar Gracias. Gracias por aquello que a veces olvidamos agradecer. Darnos cuenta de nuestra suerte, nuestro amor y nuestro cariño. Del que damos y recibimos. Es arrodillarse ante el altar de nuestra vida y rezar. Rezar y vivir con humildad.

Humildad y amor. Quizás lo más importante de este tiempo, en el que parece que nos empeñamos en ver tan solo lo cerca que está el sueño de ver abrirse las puertas de San Sebastián e inundar María Luisa de capirotes blancos. Costaleros, nazarenos, túnicas, cirios y ciriales. Incienso, dalmáticas, candelabros de cola y marquillas. Para un "cofrade" eso es la cuaresma. El principio del fin. Para un cofrade, la cuaresma es volver a tener la ilusión, renacer de tiempos oscuros y amar. Ser humilde y amar. Vivir, sentir, respirar, oír, tocar, llorar, bendecir y amar. Esto es Cuaresma. Cuaresma. Bendita cuaresma.




Juan Martín Rguez.

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